La Gran Enciclopedia del Mundo
Acabo de leer con sumo agrado un artículo sobre fotografía digital en el apéndice número 26 de la Gran Enciclopedia del Mundo. No es que la información aportada por el texto me haya sido especialmente enriquecedora, la satisfacción me la ha proporcionado volver a consultar esta entrañable obra de Ediciones Durvan, en la que despejé mis incógnitas desde que me recuerdo hasta que Wikipedia acabó por poner el punto y final a la agonía en que se debatieron las enciclopedias tradicionales tras la llegada de las electrónicas.
Regalo de mi madre por la Primera Comunión, también fue ella la que me acostumbró a buscar en sus entradas referencia sobre los personajes históricos que protagonizaban mis primeras películas. Cine y literatura, literatura y cine, siempre han corrido en paralelo en mi experiencia. Pero no divaguemos. Aquel regalo, llamado a ser -junto con las primeras y segundas ediciones españolas de las aventuras de Tintín- uno de los pilares fundamentales de mi biblioteca (mi tesoro), se concretó a los veinte tomos que forman el corpus de la obra en su tercera edición española (1966) y sus dos primeros apéndices.
Fueron bastante para que el mapamundi de sus guardas, sus láminas transparentes -donde se mostraban en sección curiosidades como las distintas partes de un motor diésel- o sus despegables sobre las razas del mundo y otros conocimientos... Todas aquellas maravillas, con que la ensalzaban aquellos infelices que la vendían puerta a puerta, se convirtieron en algo cotidiano en mi constante afán de documentación y cultura; amenidades con las que me distraía entre consulta y consulta de los artículos de los diecinueve premios Nobel que, bajo los auspicios de Ramón Menéndez Pidal, aglutinaba la obra.
Tanta fue la gracia que encontré en la Gran Enciclopedia del Mundo que -salvando las distancias- llegó a ser para mí lo que para Borges la Enciclopedia Británica. En buena lógica, recién salido de mi ruina de los primeros años 90, boyante con mis entonces numerosas colaboraciones periodísticas, compré todos los apéndices que me faltaban a un distribuidor a la antigua usanza en la Feria del Libro del 96. El tipo se quedó con mi teléfono y, a partir de entonces, todos los primeros de diciembre me llamaba para ofrecerme el apéndice anual que yo adquiría con avidez ya que aquel tomo de actualización, según reza el prólogo de ese 36 al que he vuelto, procedía de una "sosegada selección de la información verdaderamente trascendente" entre "el desbocado ritmo informativo marcado por los medios de comunicación".
Así, con ese anciano trayéndomelos a casa con el diez por ciento de descuento para maravilla de Cristina, fascinada con que el vendedor y yo rindiéramos tanto culto a la Enciclopedia, llegué hasta el año 2007. Aunque ya me manejaba con la Encarta de Microsoft -la única electrónica que en verdad contó entre las anteriores a Wikipedia-, la Gran Enciclopedia del Mundo seguía siendo mi obra de consulta más querida, mi enciclopedia. Su naturaleza inmaterial, hace que las enciclopedias electrónicas, los textos electrónicos en general, me parezcan mucho menos textos que los impresos.
Con todo, a medida que la rapidez de acceso de Wikipedia me fue ganando, los DVD empezaron a ocupar la parte anterior de los estantes dedicados a los treinta y ocho tomos de la Gran Enciclopedia del Mundo. Toda una evidencia de que las consultas en mi favorita, antaño diarias, se empezaban a espaciar. Más aún, el último apéndice, el 38, me lo trajo el hijo de mi vendedor. Su padre ya apenas podía andar. Todo indicaba que la Gran Enciclopedia del Mundo había tocado a su fin. Encarta lo hizo en 2009 y la Enciclopedia Británica dejó de imprimirse tres años después.
Al día de hoy no hay más enciclopedia que Wikipedia. Pero no es mía, es de todos, popular. Eso también contribuye a que a mí se me haga algo inmaterial. Mientras tanto, buscar en los artículos de mi favorita, ya empieza a cobrar esa calidad de antigua maravilla, tan grata como estas tardes calurosas de verano que se me van leyendo cómics al sol de la terraza.
Publicado el 12 de julio de 2014 a las 23:45.